LA CERÁMICA ESPAÑOLA: ENTRE LA TRADICIÓN Y LA INNOVACIÓN

La cerámica aparece en el periodo Neolítico. Teniendo noticia de las primeras mesas o tornos movidos a mano 2.000 años a. J.C., apareciendo dos siglos antes de la era cristiana el torno de pie que aprovecha la fuerza centrifuga para el trabajo. Este torno es el que subsiste en España en la actualidad. Destaquemos que en algunos centros españoles se sigue utilizando el torno o mesa de mano igual que en la prehistoria.
La Edad de los Metales supuso una revolución en el mundo cerámico por la utilización del cobre. Por otra parte el descubrimiento del bórax como fundente del cobre, dará lugar al nacimiento de la cerámica vidriada.
 
Como consecuencia de las distintas ocupaciones de la Península Ibérica, los aborígenes incorporan las diferentes técnicas y estilos que aún perduran, de ahí  la gran variedad de cerámica  española actual de origen ibérico, griego, fenicio, romano y por ultimo, árabe, dejándonos éstos la palabra alfar.
Durante los ocho siglos de presencia árabe en España, se elaboró, tanto en los territorios árabes como en los cristianos, una Cerámica de gran nivel que influyó en la producción de todos los alfares peninsulares y europeos.Los procedimientos cerámicos, básicamente importados de Oriente, presentaron adelantos  
tecnológicos decisivos, como por ejemplo el esmalte blanco de estaño, el dominio absoluto de las técnicas de cocción y el reflejo metálico.
Se hicieron piezas utilitarias: vajillas de mesa, brocales de pozo, ánforas, cacharros de cocina; ornamentales y complementos arquitectónicos. Las decoraciones geométricas y vegetales muy estilizadas, se realizaban mediante diversas técnicas de origen islámico
 
En Manises (Valencia) aún se conserva la cerámica de «reflejo metálico». Su proceso de fabricación es el mismo que la tradición Árabe-Morisca nos dejó. Son empleadas tres cocciones, siendo la última la más difícil en técnica y dominio.
 
En España la cerámica arquitectónica tendrá un papel muy importante tanto en funciones estructurales como decorativas e higiénicas. Sin ninguna duda, el gran protagonista es el azulejo que es asimilado por los reinos cristianos y aparece en el arte mudéjar. En Aragón, a partir del siglo XIII utilizan una cerámica verde y negra sobre fondo blanco, elaborada mediante moldes o en torno. Con el tiempo el uso en exteriores fue adquiriendo gran protagonismo. En los interiores, las piezas monocromas se emplearon como revestimiento de suelos y azulejería pintada como decoración. En Cataluña, los alfareros que eran cristianos, utilizaron los mismos colores que los islámicos, aunque por influencia del comercio se introdujo el azul desde el siglo XIII. La cerámica bicolor llegó a exportarse a toda Europa.
En el siglo XV se impuso la estética gótico-cristiana y se fabricaron también en Cataluña artesonados cerámicos, zócalos y pavimentos pintados a mano alzada.
 
Los descubrimientos del siglo XVI, tanto en mineralogía como en química, propiciaron grandes avances en la cerámica con la introducción del vidrio opaco brillante de estaño, que será el punto de partida de una nueva familia cerámica. Desde España se exportará la mayólica. Los centros culturales renacentistas fueron Italia y Flandes, también para la cerámica. Los nuevos colores y las técnicas de la pintura hicieron que se extendiera su uso, en especial entre la nueva burguesía. Las exportaciones valencianas llevaron la moda a Italia, que en el Renacimiento adquirió los mismos niveles de desarrollo que la hispana, aunque con características propias.
 
El carácter itinerante de los ceramistas italianos hizo que su arte traspasara fronteras y Sevilla vivió esta influencia con Niculoso Pisano, que a finales del siglo XV introdujo en España la técnica pictórica «a lo italiano» combinándola con la de arista para los azulejos en serie. Durante el siglo XVI los azulejos de arista se exportaron a cualquier puerto del Mediterráneo, del Atlántico europeo o del americano.
 
Bajo el dominio de los Austria, en el siglo XV y principios del siglo XVI se conocieron en Amberes las vajillas doradas de Manises y también los azulejos sevillanos. Con el desarrollo económico que vivía la región y utilizando las novedades italianas, comenzó una producción cerámica que se desarrolló durante más de 250 años. Gracias a los emigrantes italianos aparece en Amberes, en el siglo XVI, la policromía. Esta actividad se extendió por España,  
Portugal y Norte de Holanda.
La ciudad de Talavera de la Reina, situada a orillas del Tajo en la provincia de Toledo, produce a partir del siglo XVI paralelamente a Sevilla y Cataluña- una Cerámica que recoge el espíritu de la nueva moda que afecta a todas las artes: el Renacimiento. Se abandona la abstracción del arte musulmán y se adoptan unos colores brillantes que sirven para subrayar el clasicismo de los motivos decorativos.
 
Esta Cerámica tuvo una gran aceptación entre la nobleza, la burguesía y las grandes órdenes religiosas, que fueron sus clientes habituales, pero también se exportaba a Méjico, que entonces pertenecía a la corona española, ejerciendo una gran influencia en toda la producción Cerámica española y americana.  La crisis llegó en el siglo XVIII con la aparición de la fábrica de Alcora, de donde tuvieron que importar maestros.  
La serie policroma es la más importante de Talavera. Las superficies Cerámicas se conciben como soportes pictóricos que se decoraron con escenas figuradas mitológicas, alegóricas o religiosas copiadas de los grabados de la época.
 
Situada a escasos kilómetros de Talavera, la villa de Puente del Arzobispo, fue un importante centro de producción de Cerámica desde el siglo XVI. Casi todas las series de Talavera se repiten en Puente del Arzobispo, de manera que las piezas son tan difíciles de clasificar que se mencionan con la atribución común de Talavera – Puente del Arzobispo. Desde finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, la producción se caracteriza por el predominio del color verde y por la abundancia de pájaros y árboles de factura popular.
 
Cataluña había comenzado su tradición cerámica por la producción semi-industrial de baldosas en el siglo XV en Barcelona. En el XVI las importaciones de baldosas sevillanas de cuerda seca y arista desplazan las creaciones propias. La producción catalana se trasladó después a Reus, donde adoptan la estética renacentistas inspirada en la orfebrería con relieve. Poco después aparece la baldosa policroma con la adopción de los modelos italianos, así la azulejería se convierte en el aspecto más importante de la cerámica. Las creaciones suntuosas y decorativas para las iglesias, casas señoriales, calles y edificios son muy apreciadas, los azulejos revisten todas las paredes.
Mención aparte merece la aplicación de la cerámica en la construcción con la llegada del modernismo, de la mano de arquitectos como Gaudí y Doménech Montaner, en un movimiento cultural que une arte e industria y asume a la perfección los gustos y temas del momento: la revisión de estilos y la naturaleza.
Con las innovaciones técnicas de la revolución industrial, llegadas de Inglaterra a Sevilla, cambiaron los esquemas de la producción cerámica tradicional. En 1841 Pickman se instaló en La Cartuja y con esta fábrica llegaron los moldes de yeso, la conformación en semiseco por presas mecánicas y se recuperaron antiguas técnicas con nuevos medios como la cuerda seca o la arista. Esta industria floreciente no acometería las reformas necesarias hasta 1960.

En diciembre de 2019 la UNESCO inscribió en su Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad la fabricación artesanal de la cerámica del Puente del Arzobispo y Talavera de la Reina Enlace pagina Patrimonio Cultural Inmaterial (Unesco) por considerar que los procedimientos de fabricación, decoración y esmaltado de esta cerámica, producidos en la actualidad, siguen siendo artesanales e idénticos a los practicados en el siglo XVI. 

En la actualidad el interés por la cerámica y la alfarería se mantiene vivo a pesar de que muchos centros alfareros han desaparecido y otros están en a punto de desaparecer.